martes, 2 de abril de 2013

¿Jugamos a un juego? Parte 2.

Después del parón de semana Santa, retomamos nuestra actividad normal y volvemos a la carga. Hoy proponemos una nueva entrada sobre el juego y su importancia en el desarrollo. Esparemos que os guste.

El juego funcional o de ejercicio.
Los juegos de ejercicio pertenecen al estado sensoriomotor, por lo que son propios de los dos primeros años de edad. Consisten en repetir una y otra vez la misma acción con la intención de obtener un resultado inmediato.

Este tipo de juego se puede hacer tanto con objetos o personas como sin ellos:
  1. Arrastrarse, gatear, caminar, balancearse, etc... son acciones que se consideran juegos de ejercicio con el propio cuerpo. Permiten dominar el espacio gracias a los movimientos.
  2. Morder, chupar, lanzar, agitar, golpear... se consideran juegos de ejercicio con objetos donde se manipula y se explora sensorialmente las  cualidades de los objetos.
  3. Sonreir, tocar o esconderse son acciones que se consideran juegos de ejercicio con personas. Favorecen la interacción social.

El juego funcional es beneficioso para:
  • El desarrollo sensorial.
  • La coordinación de movimientos y desplazamientos.
  • El desarrollo del equilibrio estático y dinámico.
  • La comprensión del mundo que rodea al bebé (que los objetos y personas no desaparecen, que las cosas ocurren por una causa-efecto, que los objetos se pueden combinar entre ellos, etc.).
  • La autosuperación (cuanto más se práctica, mejor se hace).
  • La interacción social con la persona de apego.
  • La coordinación óculo-manual.

La evolución que presenta este tipo de juego es muy rápida. La podríamos clasificar de la siguiente manera:
  • Desde el nacimiento hasta los cuatro meses. Durante el primer mes de vida, el bebé tiene unos reflejos involuntarios y automáticos ante cualquier estímulo. Poco a poco, algunos de estos reflejos se van tornando más útiles (gira la cabeza hacia un sonido, por ejemplo). Los adultos estimulamos al bebé con objetos, captando su atención hacia los objetos de su entorno. Entre los dos y cuatro meses, el bebé pone en marcha un tipo de conducta llamada "reacción circular primaria". Esta conducta se inicia por azar e involuntariamente, y produce un resultado tan placentero que motiva al niño a repetirla una y otra vez hasta conseguir el mismo efecto. Así pues, el bebé juega con su propio cuerpo y realiza acciones por propio gusto (mirar un objeto, balbuceos, sonrisas...).
  • Desde los cuatro hasta los ocho meses. En este periodo aparece la "reacción circular secundaria". El bebé descubre de nuevo por casualidad una conducta que le interesa, pero esta vez sobre el entorno físico y social. El bebé empezará a coger y manipular objetos mejorando su coordinación. Empieza pues, el juego de ejercicio con objetos: los mueve, los gira, los manipula. Los adultos solemos ofrecer juguetes que favorecen la exploración sensorial (sonajeros, llaves de colores...) y empezamos también a hacer juegos de interacción social (juegos de falda, mimitos...). Si paramos el juego que estamos haciendo con el bebé, este nos pedirá que la reanudemos con balbuceos o agitándose. A esto se le llama "procedimiento para prolongar un espectáculo interesante". Cuando el bebé empieza a imitar al adulto, se amplia el juego buscando una participación más activa (comienza el palma palmitas o cinco lobitos).
  • Desde los ocho hasta los doce meses. En esta etapa la atención sobre lo que ocurre alrededor del bebé está más acentuada y empieza a realizar acciones concretas para conseguir un fin. La acción ya no se produce por casualidad, es intencionada y con el fin de conseguir un objetivo. En este punto aumenta el interés por los objetos en sus acciones. Se produce, también, una mayor comprensión del entorno y la realidad, por lo que el bebé puede encontrar objetos escondidos a su vista, trasladarse para alcanzar un objeto, utilizar un objeto como contenedor de otro, ofrecer un objeto para que se lo pongamos en marcha, dejar caer y tirar objetos... En este momento aumenta, también, la capacidad locomotora del bebé (pueden arrastrarse, gatear o empezar a andar), lo que permite aumentar el espacio y los objetos a explorar. También damos más protagonismo al bebé con los juegos de falda, por lo que interactúa más con el adulto y puede pedir el inicio de un juego concreto (por ejemplo, puede taparse los ojos para jugar al cucú-tras).
  • Desde los doce hasta los dieciocho meses. En esta fase el bebé entra en una etapa de experimentación (a ver que pasa si hago esto). Comienza a utilizar los objetos de una forma más instrumental: utiliza los objetos para alcanzar otros que le interesan más. Un bebé en esta etapa puede intentar localizar un objeto escondido aunque no haya visto esconderlo, puede tirar de una cuerda para acercar un objeto o activar juguetes después de una demostración. También empieza a imitar gestos aunque no pueda verlos en sí mismo.
  • Desde los dieciocho a los veinticuatro meses. En este punto el bebé es capaz de hacer una representación mental de lo que quiere hacer. Es una etapa que se caracteriza por la imitación sin necesidad de que el modelo esté presente. Este tipo de juego abrirá las puertas al juego simbólico y comienzan a ser una representación de los quehaceres cotidianos.

Como podemos ver, el juego es básico para que el bebé aprenda a conectar con el mundo que le rodea, y es tan importante como el comer o el dormir, puesto que es lo que le va a permitir adquirir todas sus habilidades.

Esperamos que os haya resultado interesante.

Saludos excursionistas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario